Para salvarme y llegar por fin
a tú encuentro
debo arrojar mi corazón
a un rincón de aquél sitio,
que siempre fue nuestro,
y dejarlo allí abandonado
para que se desangre
fuera de mi cuerpo.
Y así, ese rojo intenso
que además de ser pasión,
es tormento y tristeza,
se derrame alejado de mi alma
para evitar que penetren en su muerte
mis envenenadas palabras.
Sor Juana